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Cuando el CUERPO habla

Vivimos creyendo que la única forma de mirar es hacia afuera. Nos enseñan a ser productivos, a RENDIR, a no parar... al famoso "chingarle" - cuando hablamos en mexicano -, a ignorar las señales cuando el cuerpo intenta decirnos algo. 

Pero estos síntomas son la voz del cuerpo... del alma que busca que nos pongamos atención y nos detengamos por un momento a mirar nuestra realidad.


Te despiertas y sientes un dolor extraño en el cuello. Te dices ‘seguro es la almohada’ y te tomas un café para olvidarlo. Pero el dolor no se va… solo cambia de lugar.

Cuando no escuchamos...

El cuerpo deja de cooperar. Yo le llamo: "ponerse en huelga".

Y entonces aparece el grito del alma:

grito del alma
  • ansiedad

  • insomnio

  • indigestión

  • cansancio eterno

  • dolor de cabeza

  • niebla mental.


Todo esto como consecuencia a la incoherencia entre corazón y mente.  Pero, no son enemigos, son alarmas amorosas del cuerpo para recordarte que algo necesita atención.


No es buscando afuera con remedios mágicos u operaciones —aunque hay casos en que son necesarios—. Muchas veces ni siquiera las personas acuden al médico, se automedican, provocando más síntomas de los que ya tenían.

La verdadera solución empieza en mirar dentro, detenernos a escuchar qué se esconde en ese dolor... en la enfermedad.

¡Para! ¡NECESITO que me escuches!

El ayurveda y las 3 causas de la enfermedad


Para el ayurveda (medicina ancestral de la India; Ayurveda significa "conocimiento de vida"), la enfermedad no es casualidad. Tiene tres raíces muy claras… y todas están bajo tu control.


  1. Asatmendriyārtha-samyoga — mal uso de los sentidos.

  2. Prajñāparādhā — blasfemia intelectual.

  3. Parināma / Kāla — cambios o movimiento natural.


El mal uso de los sentidos

¿Cuál es la relación con mis sentidos?, ¿cómo me alimento? Y ojo: alimentarse no es solo comer. Todo lo que entra por nuestros cinco sentidos es alimento: lo que escuchamos, lo que vemos, lo que olemos, lo que tocamos… y sí, también lo que comemos.

El famoso “eres lo que comes” no se refiere solo a la comida del plato. También a la música, películas, libros, redes sociales, programas y todo lo que recibimos.

Lo que entra a mi cuerpo por los sentidos afecta nuestra vibración física, emocional, mental y espiritual… y tendrá un efecto directo en nuestras decisiones. Somos esponjas.


“Lo mismo sucede si desayunas un jugo fresco y música suave… o si lo haces con noticias de violencia y discusiones familiares.”

Dos desayunos con la misma comida física pueden tener efectos muy diferentes dependiendo de lo que escuches o veas mientras comes.

Si hoy tuvieras que escribir un menú de lo que consumiste por tus sentidos… ¿te nutriría o te intoxicaría?


Blasfemia intelectual

Su nombre técnico es error intelectual, pero me gusta esta forma porque transmite algo más profundo: actuar en contra de tu propia sabiduría.

Es hacer cosas dañinas… sabiendo que son dañinas.

  • “Ya sé que no me hace bien… pero solo por hoy.” - Un por "hoy" que se escucha diario.

  • “¡Le escribí a mi ex!” - Ja, ja… ¿otra vez?

Nos engañamos a nosotros mismos: dormir dos horas menos para terminar un trabajo, postergar una cita médica, dejar para “mañana” esa conversación pendiente.

Cada vez que eliges lo que te daña, es como cerrar la puerta en la cara a tu propio bienestar.

Cambios/movimiento natural

Si no adaptamos nuestros hábitos al entorno temporal y al tiempo, el sistema se desajusta. Parināma nos pide flexibilidad: el cuerpo necesita que respondamos al tiempo.

“La estación cambia; tu cuidado también debe hacerlo.”

Cada vez se habla más de ciclicidad, sobre todo en relación con el periodo menstrual y la conexión lunar. El TODO es cíclico.

La Tierra es energía mayormente femenina, en constante movimiento. Igual que las estaciones, nuestro ritmo y alimentación no pueden ser iguales en junio y en diciembre. En invierno quizá tu cuerpo pida comidas calientes y descanso; en verano, ligereza y movimiento temprano.

Imita a la naturaleza: el río no se pelea con la curva… fluye con ella. Así deberíamos vivir.

Los mensajes del dolor en el cuerpo

Además de estas causas, hay una que pocas veces se menciona y que, sin embargo, es profundamente determinante: ¿estoy viviendo mi propósito?


alma grita

Cuando el alma grita, casi siempre es por esto: no estoy siguiendo mi verdadero anhelo. Me desconecté de mi camino. Me descubrí haciendo cosas para complacer a otros, no para nutrirme a mí. O me mantengo en lugares y situaciones porque no me creo capaz —o merecedor— de algo distinto.

Es como caminar con los zapatos de otra persona: avanzo, pero cada paso duele.

Y aquí hay algo más: cada dolor también es un mensaje.

A veces me señala una situación que no digerí bien. Otras veces apunta a algo que me guardé en silencio. Y, en ocasiones, carga memorias que no son mías, sino de mis ancestros, esperando ser vistas y liberadas.


Más que una medicina


Si lees con atención, escuchar no es solo una herramienta para conocer los dolores, es una forma de recordarnos: quiénes somos, qué somos, cómo somos.

No se trata de aprender mil técnicas, se trata de conocernos y de no resistirnos a lo que somos.

Pregúntate:

  • ¿Quién soy? ¿Qué me hace feliz? ¿Cómo es mi cuerpo?

  • ¿Cuál es el propósito de cada decisión que tomo?

  • ¿A dónde me dirijo? ¿Cuáles son mis hábitos?

  • ¿Cómo construyo mi día?


Escuchar tu respiración al despertar, beber agua tibia con limón en ayunas, apagar el teléfono antes de dormir…

No es un remedio rápido, es un pacto diario contigo mismo. Cada una de estas prácticas conscientes nos permiten mantenernos conectados con nosotros mismos. No se trata solo de sanar… sino de vivir en coherencia con lo que eres.


Y esto es a lo que se refiere tanto el ayurveda —conocer tu energía y tu alma— como el yoga —comprender que todos somos uno—. La conexión, la atención y la presencia en cada decisión que tomas, desde lo físico hasta lo espiritual, forman tu vida.


Espero que te sirva esta información. Si quieres saber cuál es tu constitución o cómo comenzar tu camino, podemos sentarnos y encontrar juntos el lenguaje único de tu cuerpo.

¡Gracias por leerme!

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